miércoles, 7 de octubre de 2009

Parte 4






Me levanté exausta cuando sonó el despertador,
corriendo de un lado a otro,
llegué a la universidad,
pasando conduciendo por las calles,
prestando la atención mínima
para no provocar un accidente.

El día fue lento,
sumida en mis pensamientos,
de los cuales solo era capaz de escapar
cuando miraba el reloj,
contando cada minuto que quedaba
para ir corriendo al parque.

Se hizo de noche,
y aún no había sacado conclusión alguna.

Había pensado en una broma,
o quizás alguien quería algo de mi,
pero no encajaba nada.

Las teorías se acumulaban,
pero cada cual parecía más descabellada
que la teoría anterior.

Así que opté por lo único seguro:
iría al parque.

Me vestí y bajé a cenar con mi familia,
no podía contarles la verdad,
ya que quedar con un desconocido
en el parque y a la una de la mañana
no sonaba nada cuerdo.

Tras meditar,
puse la excusa más recurrida del mundo:

- Voy a dar una vuelta con mis amigas, mamá.

Salí por la puerta,
tenia el corazón acelerado
y los nervios a flor de piel.

Andé rápidamente hasta la puerta del parque,
y una vez allí, saqué el móvil del bolsillo,
marqué el número de mi padre,
y coloqué el dedo sobre la tecla "Llamar",
aunque no llegué a pulsarla,
solo era una medida de precaución.

Reuní todo el valor que tenía
y me dispuse a entrar,
recorrí aquel camino que tan bien conocía,
estaba totalmente rodeado por árboles y flores
que a la luz del día te hacían sumirte en un auténtico paraíso,
pero que, entre los nervios y la oscuridad,
solo era capaz de verlos como grandes gigantes aterradores.

Caminé rodeando todo el parque,
aunque no vi absolutamente a nadie.

Sólo quedaban cinco minutos para la 1 en punto,
ya pasaba por delante de la puerta lateral del parque,
y cuanto más me acercaba menos quería creer
lo que estaba viendo.

La puerta estaba cerrada con cadenas.

El terror recorrió mi cuerpo,
un retortijón me torturó de lado a lado el vientre,
pero supe que tenía que calmarme.

Respiré hondo una y otra vez,
y pensé con mayor claridad,
sabía donde había barrotes rotos,
conocía el parque como la palma de la mano,
no pasaría nada, mientras el miedo no me superara,
y ya que estaba allí,
tenía que terminar lo que había empezado.

Seguí andando hasta unos árboles,
aparentemente todo era igual,
pero aquel sitio era especial para mi,
me adentré entre dos grandes pinos
hasta un pequeño llano sin vegetación.

El lugar estaba completamente vacío,
aunque prácticamente no había ni 20 centímetros,
entre los árboles que lo rodeaban
allí dentro no crecía nada.

Aquel sitio era mi Lugar,
donde iba cuando estaba mal,
cuando me sentía sola.

De pronto,
la alarma del móvil comenzó a sonar,
y me sobresalté.

Ya era la hora.


1 comentario:

Sidel dijo...

Que intriga, ha sido trepidante! lo he leido en menos de un minuto, jajaja. Voy a por el siguiente! besos