miércoles, 4 de noviembre de 2009

Parte 8





La puerta

Anda por la estancia,
haciendo extraños movimientos,
como recordando pasos.

Mueve un par de cajas
y empieza a palpar el suelo,
tranquilamente, sin prisas.

Lo miro fijamente,
pero no sucede nada.

De repente,
tras un leve movimiento,
abre una trampilla de una de las losas
que decoran el suelo de la estancia.

Y sin miramientos, empieza a bajar.

Ando un poco reticente,
solo veo un gran hueco cubierto de oscuridad,
se que Lucas vuelve la vista hacia mi,
porque sus ojos relucen como pequeñas luciérnagas,
son hermosos pero a la vez intrigantes.

-¿Vienes?
- Todo esto esta muy oscuro - dije, tratando
de que el miedo no se me notara en la voz.
- No seas asustadiza, voy yo delante -.

Error, sí que se me había notado.

Había perdido la cuenta de cuanto
habíamos bajado desde que empezó el recorrido.

- Cuidado, ¡para! - y su voz sonó firme.

¡Pum!

- No pasa nada, el último escalón esta roto,
la madera empieza a ceder con los años.

Aquello no me tranquilizaba nada.


- Tienes solo que salta un escalón.
- Pero, si no veo ni mis pies.
- ¡Salta!


Y sin más salté. Sin mucha convicción,
sin mucho impuso, sin saber que esperar,
él me agarró.

Sentí sus brazos a mi alrededor,
su aliento tan cerca que podía olerlo,
cerré los ojos un momento
presa de los nervios involuntarios.

Al volver a abrirlos
él aún no me había soltado,
y me miraba con esos ojos hipnóticos.

- ¿Estás bien?

No pude más que asentir,
esperando que pudiera percibir mi respuesta.

- Bien, sigamos.

Y me soltó con cuidado.

- No queda nada.

De pronto, empezó a hacer frío,
pero no un frío glacial,
era una humedad que calaba la ropa
poco a poco, sin hacerse notar de repente,
pero que acababa enfriando
cada parte de tu piel.

- ¿Dónde estamos- pregunté,
tratando de aplacar mi curiosidad.
- Observa - y noté su satisfacción
al decirlo.

Se agachó y cogió una pequeña piedra lisa,
sopló y comenzó a encenderse,
expulsando una luz tenue
pero suficiente como para ver una gran puerta
cubierta casi en su totalidad por una verdina espesa.

Puso su mano en lo que parecía
una oscuridad de la madera,
una de las pocas partes que la verdina no cubría,
y esta, tras un par de chasquidos se abrió.

Lucas empujó con fuerza hacia dentro,
y sin premeditación, corrí a ayudarlo.

Cuando miré que había al otro lado,
mis ojos no daban crédito.

Un inmenso bosque de grandes árboles
se abría ante nosotros.

martes, 3 de noviembre de 2009

Parte 7






Laberintos

Salí del armario con un poco de torpeza,
Lucas abrió la puerta con cuidado
y salió dirigiéndose de nuevo hacia la derecha,
luego giró en un pequeño pasillo a la izquierda,
abrió una puerta lateral y bajamos unas escaleras.

Mientras tanto, yo trataba de memorizar
todo el recorrido que me fuera posible
pero era consciente de que todo era
del mismo color, de la misma forma...

Se trataba de un laberinto
camuflado con la apariencia de una casa.

Llegamos unas cuatro plantas más abajo,
la profundidad me agobiaba,
nunca me habían gustado los sótanos.

Sacó una llave pequeña y plateada,
y abrió una pequeña abertura.

- Yo iré delante - sentenció.

Y en un segundo, se había colado
por el pequeño tragaluz.

Mi miedo había quedado sustituido
por una mezcla de curiosidad y simpatía
por aquel extraño lugar.

Era consciente de que si alguien
quisiera hacerme daño,
no le costaría ningún trabajo,
ya que era totalmente vulnerable,
pero, de todas maneras,
no era capaz de salir de allí sola.

Asomé la cabeza por la abertura,
solo veía como los ojos verdes de Lucas
relucían de una manera antinatural en la oscuridad.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal,
*Tengo que ser valiente*- me dije.

- No te preocupes, te cogeré - dijo.
- Voy a caerme seguro,
yo siempre me caigo- afirme más como para
mi misma que para él.

Bajé primero las piernas,
y escurrí el resto del cuerpo
poco a poco, hasta que perdí el control
y salí a toda velocidad despedida hacia el suelo.

Efectivamente, Lucas estaba para cogerme,
aunque no lo consiguió y ambos caimos rodando al suelo.

Me ayudó a levantarme,
y observé la estancia que mis ojos,
ya más acostumbrados a la oscuridad,
pudieron visualizar con mayor claridad.

Se trataba de una especie de sótano
sin puerta ni ventana alguna,
de cuatro paredes totalmente simétricas,
con solo unas cajas apiladas en el suelo.

¡Clack! El chasquido de un cerrojo,
me volví y vi a Lucas guardándose la llave.

- ¿Cómo has llegado hasta el tragaluz
para poder cerrarlo?
- Saltando - respondió con actitud displicente,
- ¿Cómo? No eres capaz de saltar
a esa altura, esta a unos tres metros.
- Claro que puedo - dijo, y me sonrió
de manera seductora.

No estaba diciendo la verdad,
ni me la iba a decir, de momento.

---------------------------------

Prometo actualizar más rápido
de ahora en adelante.

La universidad me ha tenido
encarcelada en trabajos.

:)